
Capítulo 1
37
De la sociedad de la información a las sociedades del conocimiento
Hacia las sociedades del conocimiento — ISBN 92-3-304000-3 — © UNESCO 2005
en mecanismos económicos, sino que obedece en
gran parte a decisiones políticas. La reducción de la
brecha digital constituye un desafío de tal envergadura
que los gobiernos no podrán afrontarlo solos. Será
necesaria una estrecha cooperación entre los poderes
públicos, las organizaciones internacionales, el sector
privado, el sector asociativo y la sociedad civil. A este
respecto, el G–8, que agrupa a los países más industria
-
lizados del mundo, adoptó en la Cumbre de Génova
en julio de 2001 un plan de acción preparado por un
grupo de expertos internacionales (la Dot.Force), en
el que se precisa la función de las nuevas tecnologías
en las estrategias de desarrollo y su contribución a la
lucha contra la pobreza.
20
Por su parte, las Naciones
Unidas crearon en noviembre de 2001 el Grupo de
Tareas sobre la Tecnología de la Información y las
Comunicaciones (UN ICT Task Force), en cuya compo
-
sición se tuvo en cuenta la preocupación de asociar a
todas las partes interesadas a la reflexión y definición
de estrategias de acción. Los medios económicos y
de negocios han adoptado iniciativas análogas en
estos últimos años, por ejemplo la Iniciativa Mundial
contra la Brecha Digital (Global Digital Divide Initiative),
adoptada en el Foro Económico Mundial de Davos,
en la que participan varias empresas importantes del
sector privado. Otro ejemplo es la Iniciativa sobre las
Posibilidades Digitales (Digital Opportunity Initiative
)
en la que cooperan el PNUD, la Fundación Markle en
representación de la sociedad civil y la empresa Accen-
ture en representación del sector privado.
Fue durante los preparativos de la primera
parte de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de
la Información cuando hizo su aparición el principio
de solidaridad digital, que supone que los Estados y
otros protagonistas de la sociedad de la información
adopten medidas concretas para reducir las desigual
-
dades en el acceso a las nuevas tecnologías. Además de
la idea de un fondo de solidaridad digital –formulada
por Abdulaye Wade, Presidente de Senegal, y creado
oficialmente el 14 de marzo de 2005 en Ginebra–, se
han sugerido otras soluciones, por ejemplo, la creación
de asociaciones o hermanamientos entre colectivi
-
dades territoriales o municipios de los países ricos y
pobres. Algunas ciudades participantes en la Cumbre
de Ginebra –por ejemplo, la ciudad francesa de Lyon
y el propio municipio de Ginebra– se pronunciaron sin
ambages a favor de este tipo de acción, que ya están
llevando a cabo algunas asociaciones y comunidades
dedicadas a la donación de material informático o
manuales escolares a los países en desarrollo.
Deberían estudiarse con atención todas las
propuestas encaminadas a fomentar la solidaridad
digital, desde las más “tecnológicas” hasta las más “polí
-
ticas”. Por ejemplo, con respecto a la escasa utilización
actual de numerosas redes telefónicas, por cable y
satelitales, muchos expertos han preconizado que se
ofrezcan tarifas preferentes a los países en desarrollo.
Las decisiones políticas que adopten los gobiernos
sobre este particular serán decisivas, ya que los altos
gravámenes fiscales son uno de los motivos principales
de la carestía de las telecomunicaciones en los países
del Sur. Por consiguiente, se impone una reforma de las
políticas fiscales si se quiere propiciar la disminución de
los costos de las telecomunicaciones y el desarrollo en
el ámbito de la información. Según algunos expertos,
una mayor liberalización de los mercados de teleco
-
municaciones entrañaría una disminución de su costo
y el progreso de Internet en numerosos países. La
contribución del sector privado también es decisiva en
la reducción de la brecha digital. Una mejor utilización
de las redes implicaría una disminución de los costos
de las telecomunicaciones en beneficio de todos.
21
En los países del Sur será necesario optar por
un enfoque pragmático y poco oneroso que se adapte
a las diversas situaciones locales. La diversificación
de las redes de transmisión de la información (saté
-
lites geoestacionarios o desfilantes, redes terrestres
hercianas o por cable, fibras ópticas, wifi y nuevos
terminales nómadas de tipo PDA), que constituye una
excepción singular a la hipótesis de una “convergencia
tecnológica”, permite adoptar hoy en día esquemas
de inversión diversos en función de los diferentes
contextos nacionales o regionales. No obstante,
sin prejuzgar la posibilidad de que la comunidad
internacional llegue un día a un consenso sobre la
cuestión de un “servicio universal” de acceso a las
nuevas tecnologías, conviene recordar que el carácter
multiforme de la brecha digital supone un enfoque
global de los problemas que no puede limitarse a una
solución estrictamente tecnológica.