En la segunda guerra mundial, se utilizó el SONAR  (Sound Navigation And Ranging, "navegación por sonido")  técnica que usa la propagación del sonido bajo el agua para navegar, comunicarse o detectar objetos sumergidos.  Se manda un pulso corto desde un submarino a través del agua y un detector recoge el eco de la señal.

Esta tecnología de pulso y eco, se ha adaptado para aplicaciones médicas, por un lado para el diagnóstico por imagen, y por otro a la fisioterapia ya que se observó que el SONAR a ciertas frecuencias puede producir calor; por lo que se han desarrollado dispositivos de ultrasonido para uso clínico diseñados específicamente para calentar tejidos biológicos.

Se ha demostrado que los tejidos con alto contenido de colágeno, como tendones o  ligamentos, absorben más el Ultrasonido (US) lo que favorece su calentamiento, además se han observado otros efectos fisiológicos dentro del organismo al aplicarse US; por todo lo anterior este agente tiene relevancia clínica en Fisioterapia.