La fluidez de la modernidad a lo largo del siglo XX ha provocado un cambio muy profundo en la concepción sobre educación, formación, instrucción, docencia y también en los planteamientos evaluadores de los aprendizajes (Alsina et al., 2011).
Por lo anterior, hoy es común en el ámbito universitario, hablar del aprendizaje en términos de competencias. Muchos programas educativos y planes de estudio se diseñan por competencias. Las empresas y diversos centros de trabajo seleccionan y evalúan a los empleados de acuerdo con las competencias que demuestran en el campo laboral.
Esto ha motivado a las instituciones de educación superior a migrar de un sistema tradicional de planeación educativa centrada en los contenidos a un sistema dinámico de planeación educativa centrada en las competencias profesionales a desarrollar.
La implementación de un modelo educativo basado en competencias no es tarea fácil, ni de corto plazo, en virtud de que demanda una transformación radical. Implica cambios en la manera de hacer docencia, en la reflexión pedagógica y sobre todo de los esquemas de formación.
Es necesario considerar que el mismo modelo conduce a una transformación o elaboración continua de las ideas y las creencias, lo que implica una innovación importante, que va a resultar en un cambio, en un rediseño del aprendizaje.
Material de análisis
Contreras, T. S. (2016). Liderazgo pedagógico, liderazgo docente y su papel en la mejora de la escuela: una aproximación teórica. Propósitos y representaciones, 4(2), 231-284.
Fernández, J. T., & Bueno, C. R. (2013). Significación del prácticum en la adquisición de competencias profesionales que permiten la transferencia de conocimiento a ámbitos propios de la acción docente. Profesorado, revista de currículum y formación del profesorado, 17(3), 91-110.