Clasificar es una operación que realizamos cotidianamente para ordenar y agrupar las ideas, los acontecimientos y los aprendizajes que vamos obteniendo en el día a día, clasificamos para comprender e interpretar el mundo donde nos desarrollamos. De acuerdo con Sánchez, M. A. (1995) “La clasificación es un proceso mental que permite agrupar personas, objetos, eventos o situaciones con base en sus semejanzas y diferencias”. La distribución y organización de los elementos conforman una organización lógica que obedece a los criterios que hallamos establecido previamente, sin embargo, es importante destacar que el orden y jerarquía que le damos a las cosas reflejan la forma particular de ver el mundo, el grado de pericia y conocimiento que tengamos del tema, Foucault M. (1997)

 refiere que los criterios aplicados para establecer una clasificación reflejan los dominios ideológicos de una época, las clases y orden llevan la marca de una forma de interpretar el mundo, un ejemplo es la clasificación que cita

Borges en el ensayo “El idioma analítico de John Wilkins”, llamada el emporio celestial de los conocimientos benévolos según la cual los animales están clasificados en:  “(a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (e) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (l) etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas”. Esta clasificación para muchos puede resultar incomprensible porque no encajan con nuestra forma lógica de ver el mundo.